Innovar desde la semilla para alimentar al mundo

Según la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura), las semillas son la base principal para el sustento del ser humano. ¿Es posible que se conviertan también en la base principal de la vida en los suelos, el inicio de un suelo vivo? Las crecientes necesidades mundiales de alimentación requieren un potente e innovador compromiso de la industria de la alimentación para responder a estos nuevos desafíos. Es innegable que, gracias a la innovación, la biotecnología y la inversión en el desarrollo de las semillas, hoy estamos en un escenario cada vez más auspicioso: variedades cada vez más resistentes, fitosanitarios más eficientes y calidades más elevadas. Aunque parezca increíble, todo en un pequeño grano. Además de ser la base del sustento humano, la semilla puede convertirse también en la base del sustento del suelo y con ello, en todo lo que la producción de cultivos requiere. Para contextualizar, según las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el 2030 seremos 7.500 millones de seres humanos y, más que retroceder, esa cifra irá en aumento sumando cada vez más bocas que alimentar pues se proyecta que para el 2050 sobrepasamos los 9.700 millones de personas. Todo un desafío para el mercado mundial de alimentos en el que la agricultura, y en particular los cereales, tienen un rol preponderante y la responsabilidad urgente de avanzar hacia la sostenibilidad. El aumento del rendimiento de cultivos en esta área se presenta entonces como una ambiciosa tarea en respuesta al alza sostenida de la demanda mundial por alimentos. No obstante, en este camino, se interponen diversas vallas como el cambio climático, donde las condiciones de crecimiento son cada vez más hostiles producto de las sequías, inundaciones y suelos más deteriorados; o la falta de acceso a semillas de calidad, factor que se ha tornado decisivo en términos de productividad. Esto ha impulsado a la industria a poner el foco en la innovación biotecnológica en busca de alternativas viables que afronten este reto. O más que el foco, poner el microscopio en agentes casi invisibles pero vitales: los microorganismos.
Producir más y mejor desde el origen ¿Cómo aumentar considerablemente el rendimiento de los cultivos, respondiendo a los factores antes mencionados? Las semillas nos han demostrado ser capaces de portar todo tipo de tecnología por lo que una alternativa factible y sustentable es dotarlas de más vida, utilizando productos netamente biológicos como los microorganismos vivos, capaces de adaptarse a la tecnología que hoy día ya incorporan las semillas y de mejorar, además, la condición del entorno donde van a desarrollarse. Esta línea de tratamiento de los cultivos ya está siendo desarrollada en el mundo por empresas que han apostado por la investigación e innovación desarrollando estudios y productos con los enormes potenciales que tiene el uso de estos microorganismos, haciendo posible la convivencia de estos seres vivos con químicos en una misma semilla. El Rizobium para las leguminosas es uno de ellos, pero no el único. Hay más, mucho más. Gracias a años de estudio, desarrollo e investigación, hoy es posible llevar la vida a la semilla prácticamente en todos los cereales, con excelentes compatibilidades y con permanencias muy elevadas. Un ejemplo de esto es Resid HC, una formulación del hongo micorrízico Glomus iranicum var. tenuihypharum, patentado por la empresa Symborg hace ya 10 años, con el cual se recubre la semilla permaneciendo inactivo de manera prolongada, además de ser compatible con muchos de los fitosanitarios que hay en el mercado y permitir el almacenamiento de la semilla sin ningún efecto adverso. ¿Cuál es su aporte? En palabras sencillas, el uso de este ser vivo en la semilla de cereales permite optimizar la absorción de nutrientes y agua, con lo que la planta alcanza un equilibrio hormonal más controlado, mostrando una mejor respuesta ante cualquier tipo de estrés abiótico, con el consecuente incremento de la capacidad productiva del cultivo. Esto fue corroborado también por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción que durante dos años consecutivos validó los efectos de la aplicación de productos basados en este hongo (RESID HC desarrollado por Symborg) en el cultivo de trigo Pantera INIA. Esto aumentó el rendimiento del grano con ambos tratamientos e incrementó el número de espigas por hectárea, mejorando la calidad del mismo. En términos económicos, significó un aumento del ingreso neto del cultivo de trigo de $247.592 por hectárea al utilizar los tratamientos con este inoculante biológico. ¿Qué más podemos esperar de la biotecnología en la semilla? Mucho, sin duda. Trabajos en el género Trichodermas o bacteria como fijadores de nitrógenos, nos permiten estar optimistas ante estos grandes desafíos. La investigación tampoco se detiene con este gran avance en el aumento de rentabilidad de los cultivos y nos regala una buena alternativa para afrontar los retos que se nos vienen de alimentar más y mejor a una población cada vez más exigente y numerosa.
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