Los tres mensajes de Marcel que incomodaron en el Banco Central ( EX-ANTE )

n tres momentos distintos en las últimas tres semanas, el ministro de Hacienda ha dejado entrever apreciaciones sobre materias propias del Banco Central en materia cambiaria y monetaria. En el Consejo hay voces críticas al desempeño de su expresidente.
En tres tiempos. En esas tres intervenciones públicas, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha enfatizado que la responsabilidad legal en materia cambiaria la tiene el Banco Central y además ha planteado su propio análisis sobre la trayectoria inflacionaria. 24 de junio. A la salida de un Consejo de Gabinete, Marcel dio las primeras señas de su nuevo modo de mover las miradas hacia el Banco Central: “Como sabemos, la política en Chile es responsabilidad del Banco Central. El BC tiene una política de flotación cambiaria, en el cual contempla intervenciones en el mercado solo en ciertas circunstancias […] El Gobierno no es mucho lo que puede hacer en materia cambiaria, porque los fondos soberanos tienen una magnitud bastante acotada. Es distinto al Banco Central, que tiene reservas internacionales, que tiene líneas de liquidez, tiene otros mecanismos que puede utilizar si es que así lo resuelve”. Días después, Hacienda anunció que liquidaría US$ 5.000 millones en divisas, en un plazo de 60 días. En todas sus explicaciones ha enfatizado que no buscaba intervenir en el mercado cambiario, lo que en todo caso fue reflejado en los hechos: su impacto fue acotado y efímero. 6 de julio. Ese miércoles fue un día de vértigo para el tipo de cambio. Antes del mediodía el dólar nominal tocó su récord histórico al llegar a los mil dólares con cero centavos, y el nerviosismo en el mercado se disparó al punto de que numerosos analistas observaron que no existía anclaje entre el tipo de cambio y los “fundamentales” de la economía. Con eso se aludía a las declaraciones que sobre todo había expresado en los días previos el vicepresidente del Banco Central, Pablo García. El consejero planteó tajante: “Siempre mete ruido, pero el punto es que si es un fenómeno global, que está vinculado a lo que es el Banco Central de Estados Unidos, es una situación a la cual tenemos que ajustarnos a vivir”. Pero para el ministro Marcel aquel mensaje de García no pareció suficientemente claro. “En lo más cuantitativo, la política cambiaria es responsabilidad del Banco Central. Sería oportuno que el Banco Central pudiera compartir su propio diagnóstico sobre lo que está sucediendo con el tipo de cambio”, indicó en lo que moros y cristianos interpretaron como un emplazamiento al Consejo que hasta poco había encabezado. El jueves, la ministra vocera de Gobierno, Camila Vallejo, malinterpretó las palabras del ministro y terminó ella haciendo “un llamado” al Central. “Me sumo a lo que dijo el ministro Marcel, ojalá [hago] un llamado al Banco Central a tomar medidas, respetando su autonomía, pero son ellos los que manejan la política cambiaria”, dijo el jueves en el matinal de Canal 13. El viernes por la mañana, el ministro de Economía, Nicolás Grau, instó al Banco Central a aclarar su política cambiaria. “El Banco Central debe definir sus lineamientos respecto a sus análisis con la variación del dólar. Debemos alinear las expectativas. Necesitamos una comunicación clara y a tiempo del Banco Central”, dijo la autoridad en una entrevista con radio Duna. El mismo viernes Marcel trazó el rayado de cancha usual en estos casos: hay autoridades, indicó en lenguaje oblicuo, que no saben el impacto de sus palabras sobre instituciones que son autónomas como el Banco Central. “Hay ciertos actores, autoridades, que no están tan familiarizadas con esas distinciones”, expresó. Curiosamente, él mismo ha estado caminando sobre esa delicada línea y lo haría este mismo viernes cuando analizó la inflación. Viernes 8 de julio. En este caso, Marcel hizo un diagnóstico sobre la trayectoria inflacionaria luego de conocidos los datos del INE sobre que el IPC aumentó en 0,9% mensual en junio. El ministro enfatizó que la inflación está exhibiendo datos de moderación, lo que nadie puede leer como una presión al Central. Con todo, a continuación dijo: “El Banco Central ya llegó a una tasa de interés que es bastante restrictiva. Hemos visto que la demanda interna se está ajustando. Eso le está restando presiones a la inflación y quizás eso en parte se está reflejando en los datos que vemos ahora en el IPC. Ese es un proceso que debe continuar. Entonces, estamos viendo fuerzas contrapuestas. Ojalá en términos de inflación estas fuerzas se vayan balanceando y ojalá ayuden a bajar la inflación”, manifestó. Sus palabras tienen un doble componente. Por un lado, analizó el curso inflacionario y destacó los elementos más benignos, como el IPC sin elementos volátiles y que la cifra sorprendiera a la baja al mercado. Por otro, sin embargo, introdujo su apreciación de que la tasa rectora “es bastante restrictiva”: esa mirada, que es descriptiva para cualquier economista, viene cargada cuando quien la plantea es un ministro de Hacienda que hasta enero lideraba en el Consejo del Banco Central a cuánto debía subirse la TPM. De hecho, al remarcar que la demanda interna se está ajustando, el ministro trasluce una mirada menos hawkish y más dovish sobre cómo debería actuar el BC. El descontrol de los mensajes. Desde el punto de vista formal, Marcel tiene razón en que es resorte de la institución monetaria si acaso intervenir en el mercado de divisas y cuándo hacerlo, y por cierto que es su misión número uno el control de la inflación. Políticamente, las palabras de Marcel fueron cuidadosas para no zaherir la autonomía del Banco Central -que él mismo presidió hasta hace cinco meses- pero sí para presionar en la justa medida. Esa delicada articulación de opiniones de Marcel se salió de control en los últimos días con las declaraciones de los ministros Camila Vallejo (PC) y Nicolás Grau (Convergencia Social). Vallejo es una de las políticas más cercanas a Gabriel Boric, y Grau es orejero económico del Mandatario desde la época universitaria. El viernes por la tarde, la ministra Vallejo divulgó en su cuenta en Instagram una fotografía suya con Marcel. “A veces las polémicas se ven más grande de lo que realmente son”, dijo Vallejo. El asunto en realidad se había complicado dado que han existido numerosas voces de izquierda que en su minuto cuestionaron la autonomía del Banco Central, por un lado, y que en particular han expresado su descontento con que la presidenta de la entidad sea Rosanna Costa. La economista fue directora de Presupuestos del primer gobierno de Sebastián Piñera, tiene cercanía con la UDI y ha trabajado con Cristián Larroulet y con Hernán Büchi en el Instituto Libertad y Desarrollo. En el mercado valoran sus amplios conocimientos y destreza técnica, pero en la izquierda desconfían de su visión ideológica. La decisión de Piñera de nombrarla presidenta fue además celebrada porque se trata de la primera mujer que llega a la instancia, todo un jaque al entonces Presidente electo Boric que había hecho del “gobierno feminista” un eslogan diferenciador de su campaña. Algunos recuerdan cuánto tardó Boric en felicitar a Costa por su nombramiento. En el PC, Daniel Jadue es un declarado adversario de la institución tal como está. “El Banco Central liderado por la UDI es, en parte, responsable del curso a la estanflación de la economía nacional. Ningún Banco Central en el mundo ha hecho algo similar porque la teoría de base está obsoleta igual que la constitución”, señaló el alcalde en mayo. Que Vallejo haya cometido un traspié al hacer “un llamado” no reviste problema desde el punto de vista técnico, insisten conocedores del Banco Central, pero sí preocupa que aquello abra una grieta de nuevos cuestionamientos políticos por parte de la izquierda. Uno de quienes tomó ese rol fue el diputado Jaime Naranjo (PS), presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara. “Lo que está ocurriendo es que diversas autoridades estamos muy incómodas porque el Banco Central está de espectador frente a esta alza desmedida que está teniendo el dólar”, dijo el viernes. En la derecha están atentos a las críticas contra el Banco Central, y por extensión a Costa. Cualquier atisbo de choque institucional será cobrado en la tramitación de iniciativas tan prioritarias como la Reforma Tributaria. Un expresidente. Mario Marcel aceptó el cargo como ministro de Hacienda del Gobierno de Gabriel Boric el 21 de enero. Una semana después abandonaba oficialmente su puesto como presidente del Banco Central. Si bien numerosos agentes del mercado y parlamentarios esperaban que Sebastián Piñera escogería a Pablo García Silva para encabezar la institución, el entonces mandatario resolvió optar por la consejera Rosanna Costa. Mario Marcel conoce a todos los consejeros. Desde luego aquellos con quienes compartió la mesa en los años recientes, como Costa, García y el consejero Alberto Naudon, pero también con el DC Luis Felipe Céspedes (viejos conocidos de los años concertacionistas) y con la última integrante en unirse: Stephany Griffith-Jones (exasesora del programa económico de Boric). Por lo mismo, existió extrañeza entre consejeros por los mensajes públicos del ministro. Después de todo, bastaban los telefonazos o WhatsApp para expresar la inquietud gubernamental por la trayectoria del tipo de cambio o por el rumbo de la Tasa de Política Monetaria (TPM). No obstante, en el Consejo observan que Hacienda buscó un efecto distinto: en semanas muy complejas desde el punto de vista político, con la presentación de la Reforma Tributaria, y con un contexto económico adverso, era hora de que una parte de la opinión pública redirigiera su mirada hacia el Central. El silencio del BC. Desde el jueves que el Banco Central entró en el denominado “período de silencio”. Que el Banco Central no haya salido a responder el emplazamiento del miércoles a Marcel puede estar explicado, en parte, debido a ese elemento. El “período de silencio” corresponde al lapso que corre unos días antes y después de la Reunión de Política Monetaria (RPM). En esas jornadas los consejeros tienen numerosas reuniones con los equipos técnicos de la entidad, quienes presentan los antecedentes sobre la economía global y local, con un conjunto de riesgos que dan forma a los escenarios probables de la economía. A la RPM, que se desarrolla durante dos días, puede asistir el ministro de Hacienda (quien solo tiene derecho a voz) y sus asesores. La próxima RPM será el martes 12 y miércoles 13 de julio. Se dejan actas sobre las discusiones, conocidas como “minutas”, que se divulgan un par de semanas después del encuentro.
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